Homenaje a Nelson Mandela

¡Gracias Madiba por dejar un mundo mejor!

Hace tan solo unos días nos dejaba Nelson Rolihlahla Mandela (Mvezo, Unión de Sudáfrica, julio de 1918 - Johannesburgo,Gauteng, Sudáfrica , 5 de diciembre de 2013) también conocido como Madiba (título honorífico otorgado por los ancianos del clan de Mandela; también era llamado Tata)

Mandela fue y será para muchas generaciones el ejemplo a seguir. El ejemplo de como UN SOLO HOMBRE puede ser capaz de cambiar una realidad, unir una sociedad dividida y acabar con el racismo; valiéndose de sus principios y su fuerza interior, buscando siempre el bien para todos.

Durante casi 30 años cumplió condena. Y aunque era de por vida, Nelson Mandela fue liberado el 11 de febrero de 1990, y desde entonces siguió luchando por lo mismo que antes de entrar en la cárcel, para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, cosa que se consiguió en 1994, con las primeras elecciones democráticas por sufragio universal.

También cabe destacar que recibió el Premio Nobel de la Paz y fue elegido democráticamente como presidente de Sudáfrica desde 1994 hasta 1999.

Cuando Mandela se convirtió en Presidente, acepto ser el patrono de la Asociación Scout en reconocimiento de los trabajos en favor de la igualdad, ya que en 1977 la Asociación de Scouts de Sudáfrica comenzó a recibir jóvenes de raza negra en sus grupos scouts, convirtiéndose en pioneros contra el Apartheid.

El 23 de abril del 2004, Madiba recibió el Elefante Africano, el máximo reconocimiento de la Religión Scout Africana a una persona. Nkwenkwe Nkomo Jefe Scout de Sudáfrica fue quién se lo entregó.

Como último apunte, la mayor parte de los más de 27 años que estuvo en la cárcel los pasó en la prisión-isla de Robben Island. En la que según se conoce sobrevivió gracias a su fuerza de espíritu, y a un poema breve del escritor inglés William Ernest Henley, escrito en 1875 titulado “Invictus" y que aquí os dejo traducido. Desde luego da para reflexionar.

INVICTUS – William Ernest Henley

Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco al dios que fuere,
por mi alma inconquistable.

Caído en las garras de la circunstancia,
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza que sangra sigue erguida.

Más allá de este lugar de lágrimas e ira,
yacen los horrores de la sombra.
Pero la amenaza de los años
me encuentra y me encontrará, sin miedo.

No importa cual estrecho sea el camino.
Cuan cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma.